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20 de abril de 2024
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Por José Calero
El Gobierno debate cómo llegar a un fin de año tranquilo
A través de colocaciones de deuda busca la liquidez necesaria para apagar los incendios, pero el frente abierto con los gremios y el siempre incierto peronismo del conurbano abren interrogantes
10 de octubre de 2016
La confirmación del tarifazo en el gas, y los aumentos que llegarán en la electricidad tras la audiencia del 28 de octubre, abren un interrogante sobre el intento del gobierno de revertir el complejo escenario de mal humor social provocado por la recesión y el desempleo, agravado por la tensión creciente con los gremios. El aumento de tarifas proporcionará un argumento más a los sindicatos que exigen un bono de fin de año largamente por encima de los 2.000 pesos, y la eximición de Ganancias en el medio aguinaldo de diciembre, en momentos en que la presión tributaria también empieza a colarse en la discusión económica.

Con la inflación en baja, en buena medida por la recesión y el freno a las ventas -y no por un aumento de la productividad-, el gobierno buscaba mostrar que el problema del costo de vida estaba bajo control.

Incluso, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, se apuró en ubicar como un problema del pasado a la pelea contra la inflación.

Alejado de esa hipótesis, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se muestra cada vez más cauto, y alerta que el combate contra la escalada de precios recién empieza.

Sus palabras las ratificó la decisión de frenar el proceso de baja de tasas en las últimas licitaciones de Lebacs.

Sturzenegger considera que recién cuando se llegue a una inflación anualizada de un dígito será posible aflojar las riendas de la política monetaria.

El problema es que en el gobierno existe apuro en reducir el costo del endeudamiento para tratar de reanimar el aparato productivo.

Pero en el BCRA tienen sus dudas sobre si se trata de un problema de tasas de interés.

La puja entre el Gobierno y los gremios, y la discusión política con la oposición decidió a Macri a sacrificar parcialmente su alianza con el sector agropecuario e incumplir una de sus principales promesas de campaña: en 2017 no se aplicará una nueva nueva rebaja de 5 puntos en retenciones por ventas de soja al exterior y quedarán en 30% hasta diciembre del año próximo.

Macri aceptó recomendaciones de algunos asesores que le señalaron la inconveniencia de seguir otorgando beneficios a un sector como el campo, instalado como de los más pudientes en la Argentina, apenas días después de que el INDEC pusiera en blanco sobre negro los números del flagelo social que el kirchnerismo falsificó durante año a través de la manipulación estadística.

La pobreza afecta a uno de cada tres argentinos y la mitad de los chicos del país nació y crece en hogares pobres, un cuadro desolador que es parte de la herencia dejada por Cristina Fernández, a pesar de su retórica progresista.

Este gobierno poco hizo hasta ahora por cambiar el sentido por el cual se agrava la pobreza en el país, una cuestión estructural en la que mucho tendría que ver el hecho de que la clase política adopte como un botín la llegada al Estado, y lo inunda de corrupción, en lugar de destinar recursos del Estado a convertir a la Argentina en un país productivo capaz de generar empleos de calidad.

Para el jefe de Investigaciones de IDESA, Jorge Colina, se debe bajar la inflación para disminuir la pobreza, pero este experto advierte, además, sobre un problema estructural que se está agravando en la Argentina y que la clase política no se anima a enfrentar. Colina dijo que "se acabó la época en la que se podía vivir bien con un solo generador de ingresos" en los hogares y sostuvo que el hecho de que en las viviendas más pobres haya muchos hijos impide a las jefas de hogar formarse para salir al mundo del trabajo.

Para este especialista, el aumento de la pobreza tiene tres causas principales: "Mujeres que no trabajan, muchas bocas para alimentar y empleos informales con bajas remuneraciones".

Pero en círculos políticos se barajan especulaciones electorales detrás del alto índice de pobreza admitido por el Gobierno.

Para el kirchnerismo, el gobierno busca instalar un número alto de pobreza por dos razones: busca cargar las tintas sobre la "herencia" para no hacerse cargo de los problemas generados con la devaluación y el ajuste, y habla de un número alto de pobres para poder mostrar que bajó más de lo previsto en los próximos meses, en especial cuando se acerquen las elecciones legislativas.