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Por Nino Fernández
Asociatividad, una senda hacia el crecimiento
26 de enero de 2005
Durante algún tiempo fue considerado un término casi ‘peligroso’. Pero en la actualidad, con expresiones como clusters, cadenas de valor o consorcios, el concepto de asociatividad se volvió común en el ámbito de las pequeñas y medianas empresas.

Firmas que hoy compiten con los jugadores más eficientes del mundo, que están exportando a mercados hasta hace poco considerados inexpugnables, o que mejoraron las características del negocio gracias a la asociación con sus pares o grandes empresas, confirman aquello de que ‘la unión hace la fuerza’.

Aún así, el solo hecho de pensar en asociarse con otros y muchas veces con empresas competidoras, sigue despertando resquemores o miedos en buena parte de la comunidad Pyme local.

De allí que infinidad de empresarios sólo consientan una relación de tipo gremial a través de asociaciones o cámaras, a fin de desarrollar cierta capacidad de lobby. Lejos de este criterio, distintos investigadores vienen insistiendo en que una fórmula necesaria -aunque no suficiente- para mejorar la competitividad en forma sostenible, es la de avanzar hacia fórmulas con progresivo grado de integración, empezando por la de economías de aglomeración en escala.

“En Pergamino, donde existe un polo textil-indumentario, se va a encontrar más fácil una costurera de pantalones con experiencia que en otras zonas donde no existe aglomeración empresaria de ese sector. Y allí las empresas no sólo compiten sino que también se asisten e intercambian información”, afirma Vicente Donato, vicerrector de la Universidad de Bologna y director del Observatorio Pymis de la UIA.

Para que haya aglomeración tiene que haber un grupo de firmas del mismo sector radicadas en la misma zona y no necesariamente articuladas, como en el caso de la integración vertical.

“Las empresas no viven aisladas, sino en permanente contacto con sus pares, con proveedores y clientes, lo cual ha favorecido su sobrevivencia y competitividad”, agrega Donato, poniendo como ejemplo el grupo de mueblerías de Av. Belgrano, en la ciudad de Bs.As.

Desde capacitación hasta financiamiento

En una instancia superior, la aglomeración puede presentar un mayor grado de interacción entre los agentes, efecto que para los especialistas potencia los beneficios.

Gabriel Yoguel, investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, afirma que “cuando las empresas interactúan en un sistema local se forja un proceso de aprendizaje y de transmisión de conocimiento que es el paradigma pro competitivo que hoy impera en el mundo”.

En el modelo de integración que plantea Yoguel, que puede ser vertical u horizontal, no solo se establece un vínculo entre las empresas integrantes, sino también con instituciones públicas o privadas – universidades, INTI, fundaciones, etc- que conectan oferta con demanda y promuevan mejoras en la calidad de procesos y productos.

Son ejemplos conocidos de este modelo Sillicon Valley en EEUU y los distritos industriales de Italia.

Mientras que en la Argentina, con menos marketing que los anteriores, por cierto, hay procesos de integración en distintas etapas de desarrollo que exhiben algunas de estas características y resultados más que promisorios.

La cadena de valor de Techint y el desarrollo de proveedores de Toyota, considerados fundamentales en ambas empresas, son los ‘casos de marca’ en la experiencia local.

Un aumento del 32% en la facturación, del 28% en las exportaciones y del 14% en el empleo, son algunos de los resultados que el año pasado dejó el desempeño del conjunto de 250 pymes proveedores y clientes de Organización Techint.

Para Domingo Capria, proveedor del grupo, que proyecta un aumento del 70% en la producción y del 50% en la dotación de personal para este año, la importancia de pertenecer a la cadena de valor implica un compromiso hacia políticas de calidad, además de constituir un aporte en capacitación y referencias internacionales y promover el desarrollo de nuevos clientes y productos.

Claro que también hay casos exitosos de menor renombre. En la actualidad, buena parte de la provincia de Entre Ríos vive una suerte de euforia en torno a la avicultura, sector que el año pasado creció 22% y registró un aumento de las exportaciones del 25%. Noelma SA, una empresa de la ciudad de Villa Elisa de esa provincia, que exporta a EEUU, a varios países de Africa y de la Unión Europea, y en los próximos meses estará vendiendo pollos a China, basa su estructura productiva en una figura asociativa.

“Lo llamamos sistema de producción integrada, y en él convergen 217 productores de nuestra zona de influencia, a los que proveemos de los pollitos bebé, de la alimentación, de las vacunas, combustible y capacitación. Y ellos aportan el terreno, el trabajo y la electricidad. Al cabo de 40 o 50 días pasamos a retirar los pollos que faenamos en nuestro propio frigorífico, desde donde se distribuyen al mercado interno y externo”, afirma Nestor Eggs, presidente de Noelma SA.

Hace unos meses, el sistema sumó financiamiento para sus productores integrados, cuando la empresa se encontró ante la necesidad de aumentar la productividad a causa de un cuello de botella por aumento de la demanda. La solución apareció de la mano de una palabra casi desconocida para el empresario: Fideicomiso.

Con este instrumento, a través de Noelma, unos cuarenta pequeños productores pudieron financiar la construcción de galpones- criaderos de última generación, que pueden albergar unos 13.000 pollos por ciclo y tiene un precio promedio de 110.000 pesos.

Cada una de estas estructuras se pagará en especies durante unos cinco años, al término de los cuales quedará en manos de los productores. Esquemas de integración similares son la columna vertebral de las usinas lácteas Williner y Molfino, de Santa Fe y de la productora de miel Aleluya de Tandil.

Y cada vez son más los acuerdos entre pequeñas empresas que por ejemplo permiten compartir canales de distribución o unificar trámites de exportación.

Para exportar más y mejor

Si de ventas al exterior se trata, uno de los datos llamativos de la post convertibilidad ha sido el aumento en la cantidad de Pymes exportadoras. Sobre todo porque nunca ha sido fácil incursionar en mercados externos de un ‘día para el otro’, más allá de eventuales estímulos cambiarios o la chatura del mercado interno.

Lo cierto es que al cabo del primer semestre del 2004 la cifra de Pymes exportadoras aumentó un 22% respecto al mismo período del año anterior, exactamente el doble de lo que creció el número de grandes exportadoras.

Según los especialistas, además del incentivo derivado de la devaluación, el otro gran factor que actuó estimulando la salida al exterior de empresas con poca o nula experiencia exportadora, fue la existencia de grupos asociativos o consorcios, que facilitaron la operatoria.

“Muchas PyMEs no están en condiciones de encarar en forma aislada el desafío de exportar. Para eso los consorcios de exportación, actuando como alianzas interempresarias, aparecen como una opción estratégica para la inserción de estas empresas en los mercados externos”, dice Norberto Clacheo, presidente de ConExport Argentina.

Según este consultor, las exportaciones de los 34 grupos nucleados en las Fundaciones Export.Ar y BankBoston aumentaron 28,5% en el 2003 respecto al 2002.

Para Clacheo, operar con los consorcios posibilita mejorar la escala de la oferta; contar con mayor poder de negociación, compartir costos y eventualmente acceder a programas oficiales de apoyo a la exportación.

Una experiencia interesante está ocurriendo en el Partido de San Martín, provincia de Bs.As. Guillermo Pettorossi, coordinador de consorcios de esa municipalidad afirma que los grupos exportadores de Textiles y Muebles y Maderas del partido, están convergiendo hacia distritos industriales, que en algunos casos ya consiguieron, por ejemplo comprar energía eléctrica en pie de usina.

“La municipalidad aporta la conexión con el INTI en actividades de capacitación, así como las instalaciones de la universidad local y reconoce hasta un 40% de los gastos en misiones comerciales, entre otros beneficios”, sostiene Pettorossi.