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Por Nino Fernández
Comunas y Pymes: una relación para reforzar
3 de julio de 2007
La pregunta circula en medios empresarios desde el lunes siguiente al ballottage: ¿qué hará Mauricio Macri con la política de producción del gobierno porteño, destinada a estimular la capacidad de innovación y el agregado de valor en las Pymes del distrito?.

Las dudas están puestas en instrumentos como él Centro Metropolitano de Diseño (CMD), las incubadoras INNOVA y BAITEC y programas como el que promueve la certificación de la Norma ISO 9000 o el PRUEVE, que subsidia la actividad de emprendedores universitarios, que en su momento fueron implementados por el gobierno de Aníbal Ibarra y que luego mantuvo la gestión Telerman.

Iniciativas, todas ellas, aplaudidas desde la mayoría de las cámaras empresarias, a pesar de tener un impacto limitado en términos de firmas beneficiadas.

También para los especialistas las acciones adoptadas por los últimos gobiernos porteños constituyen respuestas interesantes al desafío competitivo en el marco de la globalización y en un país en el que salvo unas pocas excepciones, la relación entre gobiernos municipales y Pymes, siempre ha sido muy pobre.

La acción de los gobiernos municipales es considerada una pieza clave en los llamados sistemas locales, un esquema de interacción entre instituciones y empresas, capaz de asegurar el desarrollo sustentable de las firmas participantes.

Razones del desencuentro

Dice Jose Borello, investigador y especialista de la Universidad General Sarmiento (UNGS) que en la Argentina “no sólo hay pocas relaciones entre gobiernos locales o municipales y Pymes, sino que, además, cuando las hay suelen ser superficiales y poco complejas, un síntoma de algo más profundo, que es la soledad en la que viven la mayoría de las Pymes argentinas”.

Mas allá de que esta soledad también se manifiesta en la distancia que separan a las empresas de la Universidad o la escasa participación de las firmas en cámaras empresarias, como se dijo en esta columna semanas atrás, vale la pena detenerse en las causas de este desencuentro.

Sin dudas se trata de responsabilidades compartidas.

Muchos empresarios siguen creyendo que el Estado es mala palabra, otros consideran que acercarse a las dependencias públicas equivale a caer en el entramado de las coimas, a un tercer grupo no le conviene aparecer en el “radar impositivo” y por supuesto que no faltan los que desconocen este tipo de herramientas.

Basta recordar en ese sentido que la ultima encuesta del Observatorio Pyme revela que el año pasado el 56% de los empresarios desconocía la existencia de la línea de créditos a tasas subsidiadas de la Sepyme y un 53% dijo no conocer el programa de Crédito Fiscal para capacitación de recursos humanos.

Por el lado de los municipios se suelen esgrimir razones de tipo presupuestario, pero no es raro encontrar jefaturas de gobiernos que se resisten a apoyar a las empresas, porque el “mercado es sabio” o porque “los recursos públicos no deben subsidiar la actividad privada”. Por supuesto que no falta desconocimiento de la realidad empresaria y cierta tendencia al clientelismo político.

Lo cierto es que en este variado repertorio de factores se pueden encontrar las razones de por qué esta fórmula de vinculación entre gobiernos y empresas ha “prendido” poco en la Argentina y por qué los resultados son, si quiere, modestos.

“Tanto los esfuerzos del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, como las experiencias de los polos tecnológicos de Rosario y de Córdoba, están en la dirección correcta pero muestran un impacto acotado”, dice Borello.

En efecto, las estadísticas del Ministerio de la Producción del GCBA revelan que desde el 2003 a la fecha sólo 48 empresas certificaron ISO 9000, mientras que 22 emprendimientos se incubaron en BAITEC, la incubadora de base tecnológica y una treintena se encuentra actualmente incubados en INCUBA, la incubadora del Centro Metropolitano de Diseño. Por último, desde el 2001 a esta parte, el PRUEVE evaluó más de 300 proyectos innovadores, de los cuales fueron premiados 26.

Pero para los entendidos el paradigma de articulación pública-privada en la Argentina es Rafaela, ciudad que en base a esa estrategia y sobre un perfil agroindustrial y metalmecánico, se ha convertido una de los más pujantes distritos del país.

Entorno amigable

Omar Perotti, intendente de Rafaela asegura que “las empresas son competitivas con lo propio, con lo que cada una tiene adentro y con el entorno que las rodea, por eso en esta ciudad nos hemos preocupado por asegurarle a las empresas el entorno amigable que necesitan”.

En este sentido Perotti destaca además la importante tarea que desarrolla el gobierno municipal en materia de capacitación de recursos humanos, así como en innovación, estudios de la estructura y funcionamiento de los sectores.

En esta línea se ubican los programas para la “Mejora Competitiva en Pymes” y “Más Competitividad Pyme", que organiza la Secretaría de Programación Económica de la Municipalidad, así como la existencia de dos parques industriales y el Instituto Tecnológico (ITEC), a través del cual se capacitan a los trabajadores de las empresas locales.

Para el economista local Rubén Ascúa, “el precio de la tonelada promedio exportada por las empresas de la ciudad triplica el de las exportaciones nacionales, lo que da una idea del valor agregado que poseen sus ventas”.

Lejos de dormirse en los laureles, en el gobierno de Rafaela trabajan ahora en dos proyectos destinados a aumentar el valor de los productos de la ciudad, a partir del desarrollo de sendos polos de tecnología informática y Biotecnología.

“La experiencia de Rafaela es un buen ejemplo de desarrollo local porque se han trazado planes y programas que permiten cabalgar tiempos de crisis y evitar sacudones, que generen graves problemas al entramado productivo. Una ciudad con un desarrollo industrial de perfil exportador y diversificado, que permite que los precios de los commodities, aunque relevantes, no sean absolutamente determinantes del éxito o fracaso del distrito, según el valor de la soja, el trigo o el maíz, como ocurre actualmente en Pergamino”, dice Lisandro Mogliati, especialista en Desarrollo Local, egresado de OIT de Turín, Italia.

Buenas intenciones

Precisamente Pergamino fue una de las ciudades del interior en las que la Gran Crisis disparó iniciativas del gobierno local tendientes a contener y apuntalar la necesidad de emprender de miles de personas que habían perdido sus empleos.

Mogliati, que se desempeñaba por entonces como director de Promoción Industrial del municipio, recuerda que la situación era muy difícil, con días en los que se recibían 20 consultas de interesados en emprender alguna actividad.

“El Programa de Desarrollo de Emprendedores de Pergamino, buscó identificar los “skills” (habilidades) de los potenciales emprendedores, ofrecerles un nuevo servicio comunitario para el “start – up” (arranque) de la microempresa. Se les brindaba asesoramiento, orientación, capacitación, financiamiento y ayuda en la comercialización y seguimiento”, dice Mogliati.

El especialista agrega que se utilizó una combinación de herramientas propias y provinciales, como una incubadora de empresas, el Programa REDES de Desarrollo Local (capacitación y financiamiento de proyectos) y los programas CompreBonaerense y Viva las Pampas (promoción y comercialización de productos).

Pero los resultados no fueron positivos. Mogliati dice que “la palabra microemprendimiento se tiñó de política: no se tomaron en cuenta los proyectos y los recursos se utilizaron clientelísticamente”.

Y agrega que tampoco el proyecto de promoción industrial, que estaba a su cargo, se sostuvo en el tiempo porque el florecimiento económico y la recuperación del agro desinflaron la voluntad política de impulsar la iniciativa.

Con todo, el experto destaca la importancia de “planificar el desarrollo local, porque no podemos vivir de coyuntura en coyuntura. Hoy tenemos "viento de cola" y todo reverdece, pero si mañana tenemos que hacer un "aterrizaje forzoso" y no tenemos alternativas proyectadas, muy probablemente volvamos a repetir experiencias pasadas”, dice Mogliati.