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Por Nino Fernández
Hay un nuevo perfil empresario
31 de agosto de 2007
Diversas opiniones apoyadas en estadísticas públicas y privadas afirman que se asiste a un ensanchamiento de la base empresaria local. Y agregan que también está en curso un cambio cualitativo del perfil de los empresarios, considerado por los expertos como un factor clave para asegurar la sustentabilidad de los emprendimientos.

Ligada a cierta vocación por emprender de la población y por efecto del cambio de modelo productivo y del crecimiento económico, esta tendencia tendría como pilares la creciente incorporación de jóvenes, mayoritariamente universitarios o terciarios, a la actividad emprendedora.

Según la Sepyme, el promedio de la tasa de natalidad empresaria entre el 2003 y el 2006 fue del 12,4%, bien por encima del promedio de la década pasada que se ubicó en 7,4%.

Hace algunos meses el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) que en la Argentina coordina la Universidad Austral, reveló que en el 2006 uno de cada diez argentinos había participado en actividades emprendedoras. Más del 50% de los nuevos emprendedores, informó el estudio, era menor a 35 años y el 83% tenía, al menos, secundario completo.

“Los jóvenes cada vez están participando más del proceso emprendedor. Esto se debe a las grandes oportunidades que se han abierto a través de la sustitución de importaciones y de los desarrollos regionales. Los emprendedores perciben las oportunidades de negocios y toman riesgos al afrontar la incertidumbre propia del desarrollo de procesos innovadores, el diseño de productos y la apertura de nuevos mercados”, dice Leonardo Rial, presidente del departamento de Jóvenes Empresarios de la Unión Industrial de la Provincia de Bs.As.(UIPBA).

La insatisfacción laboral, las nuevas oportunidades de negocio que hay en el mercado y la capacidad de los jóvenes para afrontar nuevos desafíos son, a juicio de Rial, los motores de la joven guardia emprendedora.

Mientras que el exceso de regulaciones y las dificultades para financiarse son, para el mismo dirigente, los factores que le ponen una cuota de incertidumbre al futuro de estos emprendedores.

Nuevo perfil

La creciente participación de universitarios o técnicos terciarios, generalmente con muy buen manejo de la información, están diferenciando a esta generación empresaria de sus antecesoras.

En primer lugar es gente que además de conocimientos técnicos, tiene clara la importancia de trabajar en blanco, de privilegiar la innovación y los sistemas de calidad, además de reconocer la necesidad de capacitar a sus colaboradores y delegar funciones y tareas.

En segundo término se trata de empresarios que valoran el trabajo en equipo, la asociatividad y la actividad gremial, como forma de reforzar la capacidad de negociación.

Es gente que no duda en contratar consultores para temas específicos, que se anima a sondear mercados externos aún antes de consolidarse en la plaza local y que están abiertos a tercerizar o incursionar en marketing, dos instruye ntos que en otros tiempos eran exclusivos de Grandes Empresas.

En definitiva, los especialistas coinciden que estas características están marcando un perfil empresario con mayor capacidad de resistencia al desgaste natural de los primeros años de actividad emprendedora y a los vaivenes de la economía global y local.

Según Hugo Kantis, fundador de Dinámica.SE e investigador de la Universidad Nacional General Sarmiento (UNGS) “el 50% de las empresas más dinámicas son creadas por graduados universitarios y si a eso se agrega las dirigidas por personas con universitario incompleto, el porcentaje se eleva al 75% de la firmas dinámicas”.

Argentina aparece como uno de los países con mayor potencial para el surgimiento de empresarios de base universitaria, debido al incremento del sistema universitario en los últimos 20 años, respecto al total de la población, una relación que está por encima del promedio latinoamericano

Algunos especialistas aseguran que el bagaje de conocimientos técnicos del universitario argentino funciona como inductor a la decisión de emprender.

Distinto es lo que ocurre en otros países del continente, e incluso en un país de gran densidad Pyme, como Italia, donde el motor emprendedor por excelencia es la experiencia adquirida en otras empresas, seguida de la necesidad de independizarse.

El notable desarrollo que vienen alcanzando sectores como el software, el diseño y la moda y en menor medida la biotecnología, así como la recuperación de la industria manufacturera que movilizó a muchos ingenieros, están entre las principales razones que explican esta movida profesional-emprendedora.

Para Rodrigo Golpe, responsable del departamento de Jóvenes Empresarios de la Agencia de Desarrollo de Campana, “es gente muy informada, con capacidad de liderazgo y convencida de sus sueños, que se diferencia de los empresarios de mayor edad, en la falta de miedo a perder o a fracasar”, define.

En tanto que para Daniel Lovera, presidente de Jóvenes Empresarios de la Cámara de Pequeñas y Medianas Empresas de Formosa (CAPYMEF), la capacitación permanente es una diferencia importante con otras generaciones y clave para asegurar expectativas de éxito en las empresas.

“Es fundamental estar muy bien informado y tener mentalidad empresarial, es decir, estar predispuesto a los nuevos desafíos comerciales y saber utilizar la variedad de herramientas a disposición que hay hoy en día: desde los créditos de fomento y las figuras asociativas hasta el marketing, las rondas de negocios y la sicología social”, dice Lovera.

Lo bueno y lo malo

Una importante particularidad de esta generación empresaria con formación universitaria radica en cierta propensión a crear más empleo, en relación a los empresarios establecidos con anterioridad.

Este dato no solo estaría vinculado a la naturaleza de las actividades que desarrollan, generalmente mano de obra o conocimiento intensivas, sino también a la “consigna” de no desaprovechar oportunidades de negocios.

Dice Kantis que de acuerdo a un estudio de Rojo, Schlesser y Rotondo, las empresas jóvenes aportan cerca del 60% de los puestos de trabajo creados desde la salida de la crisis, además de ser protagonistas entre las empresas que crecen más rápido que el promedio”

De hecho, explica el investigador, “tres años después de iniciar el negocio, estos empresarios tienen en promedio unos 26 trabajadores y ventas anuales por unos 800.000 dólares y al sexto año ya tienen unos 40 empleados”.

Lo más sorprendente, con todo, es que han llegado a estos resultados sin acceso al crédito y financiándose con sus propios recursos, lo cual está hablando de que a la condición de universitarios deben agregarle cierto respaldo financiero.

“La mayoría de las dificultades de los jóvenes empresarios están relacionadas con la falta de financiamiento. El sistema bancario argentino no está otorgando crédito al sector productivo y menos si se trata de empresas nacientes”, afirma Rial.

Al respecto, el libro Desarrollo Emprendedor de Angelelli, Kantis y Moori Koening, advierte que las dificultades de acceso al financiamiento formal por parte de jóvenes empresarios es una problemática común en toda América Latina.

El estudio revela que “casi un 80 por ciento de los empresarios encuestados afirmó haber utilizado ahorros personales o familiares como fuente principal de financiamiento. Menos del 40 por ciento declaró haber tenido acceso a bancos como fuente de capital inicial, y sólo un 5 por ciento contaron con inversores privados o con la aportación de capital de riesgo”.

Si bien esta conclusión está en línea con los primeros resultados del Mapa Pyme, consignados en esta columna hace un par de semanas, en el sentido de que cuánto más joven es la empresa, mayores son las dificultades para acceder al crédito, correspondería preguntarse qué pasa puntualmente con esta generación universitaria de emprendedores, a la que tan buenas perspectivas se le asigna.

Si efectivamente se trata de empresas con los papeles en orden, bien gestionadas, con buen presente y potencial de crecimiento y aún así se les niega el crédito, es claro que los analistas de riesgo de las entidades financieras están mirando otra película. Probablemente una que recuerda los peores tiempos de este país, cuando ser joven era peligroso.