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Por Nino Fernández
Cristina y la industria en la cuerda floja
25 de septiembre de 2008
El nuevo perfil de la gestión de Cristina Kirchner comienza a ganar enemigos entre la comunidad Pyme. Es que tras el conflicto con el campo la presidenta parece haber ganado en pragmatismo.

No sólo por la decisión de pagar lo que no quería pagar y el giro en la política de subsidios y tarifas, sino también por admitir – públicamente - que una devaluación sería contraproducente para controlar la inflación. Ni más ni menos lo que le vienen advirtiendo la totalidad de los economistas ortodoxos y algunos heterodoxos.

Por eso sorprendió a inversores internacionales y a empresarios locales.

A los hombres de la Industria les dijo de frente lo último que hubieran querido escuchar: que no habrá un dólar más alto (se entiende que del promedio propuesto en el proyecto del Presupuesto 2009). Ergo: las empresas que quieran recuperar competitividad deberán hacerlo por vías no cambiarias.

Para las Pymes industriales esto tiene mucho de desafío y la presión de las bases ha derivado en disidencias internas en las centrales empresarias. En algunos casos el malestar llega al punto de la decepción con la política económica.

Hay empresarios que se preguntan donde quedó el modelo industrialista que frenó en seco las apetencias brasileñas de dominar el mercado automotriz del MERCOSUR.

Sin embargo cada vez son más los economistas que advierten que la industria debió aprovechar las buenas condiciones de los últimos años para lograr mejoras competitivas estructurales, que les permita romper con la dependencia de un tipo de cambio favorable.

Situación y propuestas

Un reciente informe de “Abeceb.com” revela que de los cuatro grandes rubros productivos, las exportaciones de manufacturas industriales fueron las que más crecieron entre 2003 y el 2007, con una variación positiva del 124%, frente a 96% de los productos primarios y 91% de manufacturas de origen agropecuario.

Pero el crecimiento económico de estos años se tradujo en un aumento de la demanda de bienes intermedios y de consumo, que encontró una oferta local crecientemente limitada, por efecto del agotamiento de la capacidad instalada.

Esto derivó en un crecimiento de las importaciones y estancamiento de las exportaciones industriales, de tal forma que el año pasado se redondeó un déficit en la balanza comercial del sector de U$S 21.000 millones, que este año treparía hasta los 30.000 millones.

Para “Abeceb.com” el deterioro del saldo comercial industrial se explica por una cuestión estructural vinculada a la mayor cantidad de exportadores Pymes que venden al exterior menos del 10% de sus ventas totales, y porque, “más allá de un tipo de cambio competitivo”, la oferta local para el abastecimiento a sectores de gran crecimiento como el agropecuario, químico y automotriz, “es insuficiente”.

Este panorama refleja la perdida de competitividad de las empresas industriales como consecuencia de factores tales como el aumento de costos internos, las dificultades para acceder al crédito y la falta de inversiones.

“Agotado el "tipo de cambio competitivo post-2002" por las razones conocidas, hay otro punto crucial que se "roba" cualquier mejora en los niveles de eficiencia que puedan darse en el sector privado y es la fenomenal presión impositiva”, afirma Conrado Martínez, coordinador de Economía y Finanzas, de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Palermo.

En este escenario se inscribe la negativa del Gobierno a convalidar una mejora del tipo de cambio nominal que, en cualquier caso hubiera sido un paliativo de corto plazo a un costo importante. De allí que muchos industriales sientan que las palabras de la Presidenta, del jueves 18 en la UIA, los puso poco menos que “entre la espada y la pared”.

“No me siento defraudado y tampoco planteo un aumento del dólar, como apareció por ahí de un modo casi grotesco. Pero sí creo que se debe trabajar fuerte para que las empresas no pierdan terreno y se resienta el empleo, en temas como el funcionamiento de la Aduana y de la secretaría de la Industria y en legislación laboral”, dice Víctor Hugo Benyacar, titular de la Cámara Argentina de la Indumentaria de Bebes y Niños (CAIBYN).

El empresario, que cobró notoriedad en los últimos días por proponer, según se dijo, un dólar diferencial a $ 5, considera que los recientes anuncios de la Presidenta (aceleración de los trámites de antidumping, el acuerdo con el BNDES de Brasil y la opción de comercializar con este país en moneda nacional), son interesantes pero no son suficientes.

“En los últimos días le hicimos llegar a la Presidenta una propuesta innovadora que en líneas generales solicita el pronto tratamiento del proyecto de Unidades Productivas Tercerizadas en el Congreso, que apunta al blanqueo de personal en las Pymes con menos de 15 empleados. Y contiene un estudio sobre la evolución del salario internacional, en el que se pueden advertir las diferencias entre el ingreso del trabajador chino y el argentino”, dice Benyakar.

¿Eso sugiere que la solución es bajar los salarios?

“No se trata de eso, porque nosotros también vivimos del mercado interno y para fortalecer el consumo, la gente tiene que ganar bien. Pero si creo que se deben tener en cuenta las diferencias de salarios y otras variables, como la presión impositiva, con otros países”.

Francisco Dos Reis, presidente de APYME, también subraya la importancia de mantener el poder adquisitivo de los salarios para robustecer el mercado interno, “porque el valor del dólar afecta sólo a una parte de las Pymes industriales, que por supuesto se debe atender. Pero el mayor problema que enfrentamos es la inflación que está marginando gente del consumo y para eso es importante aumentar la inclusión social”, dice.

Por su parte, la UIA (Unión Industrial Argentina) en una reunión de esta semana con miembros del Senado reclamó la sanción del Régimen Especial de Capitalización de PyMES que reinviertan utilidades; un código laboral especial para estas empresas y una nueva ley de riesgos de trabajo.

Cambios estructurales

Para los especialistas la coyuntura requiere salir de la trampa del tipo de cambio competitivo, con cambios estructurales tanto en lo que hace a políticas de gobierno como a la gestión de las empresas.

“Si el país desea tener un perfil exportador "en serio", se deben tomar medidas que apunten a lograr cambios importantes: reducción del costo laboral, sin afectar el salario de los trabajadores; bajar la presión impositiva; mejorar la infraestructura de rutas, puertos, etc. y mayor seguridad jurídica”, dice Martínez de la UP.

A las Pymes en tanto se le exigen esfuerzos por innovar y diferenciarse.

“En el actual contexto de alta competencia, la aplicación de estrategias de negocios basadas en la innovación ya no es una alternativa de desarrollo para las Pymes, sino una necesidad real y concreta para sobrevivir en el mercado. No hay recetas a la hora de incorporar valor agregado basado en el conocimiento en una Pyme. Si hay un conjunto de herramientas, instrumentos y líneas de trabajo que se han diseñado para facilitar el acercamiento entre empresas, universidades y gobiernos”, dice Hernán Bacarini, director del Programa Provincial de Apoyo a las Incubadoras de Empresas, Parques y Polos Tecnológicos, del gobierno de la provincia de Buenos Aires.

Un empresario que dice haber innovado en un producto de exportación de la mano del INTI, está de acuerdo que la innovación mejora las chances de competir. Pero dice que para innovar “hay que invertir y aquí seguimos con poco crédito y las reglas de juego no son claras. Hasta hace unos meses el tipo de cambio alto era la columna del modelo. Y hoy ya no es lo es”, recuerda con nostalgia.