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29 de marzo de 2024
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Por Leonardo Coscia
La compañía de la pareja ante un problema sexual
Siempre que uno de los integrantes vea perturbado su desempeño, esta situación afectará también al otro. La cuestión es si la pareja será una ayuda para quien padece la patología, o si por el contrario, hará más difícil la situación y la recuperación.
26 de septiembre de 2013
En general, cuando una situación adversa se le presenta a alguno de los dos participantes de una pareja suele haber tres opciones: acompañar al que está padeciendo y ayudarlo a buscar una solución; ser indiferente; o bien empezar a ser parte del problema al buscar y repartir las “culpas”. En el caso de las disfunciones sexuales masculinas, esta última opción se genera cuando el hombre es acusado, por ejemplo, de tener una amante o de ya no sentirse atraído por la mujer. De esta manera, la situación se agrava cada vez más y la compañera se convierte en “parte del problema” y no en una ayuda para que, vía profesional, pueda resolverse la cuestión.

“En el caso puntual de una disfunción sexual, que la pareja acompañe, entienda y apoye al hombre es absolutamente recomendable. Entender que es un problema de los dos y no solo de uno es fundamental, y que así como es normal ir al cardiólogo o al oftalmólogo juntos también pueden acudir acompañados a un especialista en problemas sexuales”, explicó Néstor Daffinoti, sexólogo y asesor médico del Boston Medical Group en Argentina.

En la Argentina, los hombres con disfunciones sexuales llegan a la consulta médica después de cuatro años (promedio) desde el inicio del problema. La demora puede tener origen en varios factores (y muchas veces es una mezcla de ellos): la vergüenza, el pudor, el “que dirán”, el descrédito social y a veces el creer que “se curará solo”.

Si bien las principales causas de las disfunciones sexuales son de origen orgánicas, también las hay de etiología absolutamente psicológica: “En este caso no solo no se “curan” solas sino que la posición agresiva de la pareja empeora el cuadro”, apunta el especialista.

“El hecho de venir acompañados facilita el diagnóstico, y por ende, la posibilidad de recomendar un tratamiento efectivo para la recuperación de la función sexual”, explica Daffinoti, quien comenta además respecto al aporte que pueden hacer las parejas que “en general colaboran y suman mucho en el encuentro medico-paciente, siendo escasos los casos en los cuales dificultan la entrevista”.

Para ejemplificar, el doctor cuenta el caso de Rubén T. de 41 años, quien luego de haberse divorciado e intentar retomar una relación empezó a tener serios problemas para mantener la erección, algo que nunca antes le había ocurrido.

Su nueva pareja lo animó a la consulta, concurrieron juntos al especialista y el problema se solucionó. Al respecto, Daffinoti resalta que “las referencias estadísticas de Boston Medical Group de otros países son similares a las nuestras: hay una relación directa entre la rápida mejoría cuando se cuenta con el apoyo y la comprensión de la compañera, algo que por supuesto recomendamos para superar los inconvenientes y vivir la vida sexual plenamente”.