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Por Roberto Aguirre Blanco
Fútbol: la historia de la pantalla fría y la caliente
13 de julio de 2010
El fútbol para todos es un negocio político que busca manipular la pasión de millones de argentinos para sostener un fuerte mensaje oficialista, ganarse la aceptación popular por la entrega de "un dulce" sin costos e imaginar el potencial escenario para la feroz campaña electoral que se avecina.

¿Es una opinión?, no es una realidad que se demuestra con hechos a un año del nacimiento de este proyecto político que le iba a costar en principio a las arcas de Estado 600 millones de pesos que "serán recuperados totalmente por la publicidad y que no generaría para el sistema financiero de la nación gastos", según se decía en 2009 en los medios ofciales.

Nada de eso sucedió: no solo que no entró publicidad privada que no quiso quedar "pegada" a la imagen del Gobierno, sino que además se la espantó con manejos confusos y con el fin de solo pasar hasta el hartazgo campañas de las acciones de la actual gestión.

Ahora se sostiene que el estado aumentará en 330 millones de pesos esa erogación para llevarla a mas de 900 millones anuales que tiene destino los deficitario clubes del fútbol argentino, por supuesto por intermedio de la mejor socia del gobierno: la AFA.

Ahora sí, según dicen en pasillos de la jefatura de Gabinete, se intentará seducir a potenciales auspiciantes, pero esta vez el manejo no sería de esa dependencia oficial sino de un sector de marketing de la AFA.

En ese contexto, el último mundial también dejó un mensaje particular: las transmisiones de la televisión pública, cargadas de ostentación nacionalista y apoyo exagerado a la gestión de Diego Maradona, autotitulado el "DT del pueblo" fue un fracaso.

El nivel de audiencia de los partidos que emitió Canal 7 del seleccionado nacional no superaron los 15 puntos (solo en el inaugural con Nigeria) de allí en más (Con Corea, Grecia, México y Alemania) el rating fue en caída y nunca alcanzó mas de 13 puntos.

Por otra parte, Telefe que también tuvo los derechos de los partidos de Argentina tuvo como el rating más bajo 47,1 (contra Corea) y obviamente el más alto el de cuartos de final ante Alemania (53,1), el mayor pico de audiencia de la TV argentina en cuatro años.

Los defensores de la señal oficial hacen un análisis de "pantalla fría y pantalla caliente",denominación con al cuál se pretende explicar la existencia de televidentes cautivos solo por liderar el rating.

Sin embargo, una simple lectura de las planillas de audiencia de los partidos del mundial destroza esta teoría porque los encuentros atractivos que fueron exclusivos de ese canal --no se vieron por ninguna señal mas de aire o cable en directo-- tuvieron más rating que los de Argentina.

Por ejemplo, el mejor rating del mundial, Canal 7 lo hizo con Alemania-Inglaterra (35,4) y luego con Uruguay-Corea (24,6).

A la hora de elegir la gente se enganchó con la propuesta del 7 pero ante la multiplicidad de emisiones con Argentina, el mismo público eligió transmisiones que también tuvieron su halo de triunfalismo y apasionamiento nacionalista como lo propuso Telefe, pero también con vuelo crítico a algunos hechos del equipo nacional, que la señal oficial no tuvo.

Ese mensaje casi de figura intocable de Maradona se repitió en los ciclos como "6,7,8" y TVR en canal 9, pero que tiene la misma superproducción presupuestaria como si fuera un ciclo de canal oficialista.

De nada sirvió enviar un equipo de más 100 profesionales entre técnicos, productores y periodistas con el mismo presupuesto que el canal líder, que recuperó lo invertido en publicidad y beneficios de pantalla.

Desde otro lugar se ha tratado de refutar también el poco deseo de los directores de Canal 7 de pelear puntos de rating al definir su pantalla como heterogénea y que apunta a la diversidad y calidad.

Sin embargo, cuando se producen buenos rating del "Fútbol para todos" (un promedio de 18 a 25 puntos si juegan Boca o River) en los fríos despachos del ex ATC se descorcha champaña y se viven momentos de alegría, cuando por un rato, se deja el último lugar de la ranking de audiencia.

El pueblo siempre elije, y así frías o calientes las pantallas nunca quieren pasar desapercibidas porque siempre hay detrás de ellas fines muy concretos: por el lado privado facturar más y hacer buenos negocios, por el otro, poner más para hacer sostener ideología, aunque sea "dinero de todos".