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27 de abril de 2024
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Por Roberto Aguirre Blanco
La televisión captadora de partidarios mediáticos
20 de julio de 2010
Todo cambia. Lejos estamos de los años setenta donde la militancia política con aires revolucionarios se identificaba claramente en artistas que defendían sus ideas por encima de los pre conceptos y poniendo inclusive en riesgo su propia vida.

Más lejos aún de los inolvidables ochenta, cuando los aires renovados de la Democracia inflaban los pechos de millones de argentinos y también de sus artistas que se subían a los estrados para ponerle el pecho a los intentos desestabilizadores y defendía a rajatabla una idea de libertad.

Y, en esos dos escenarios, la televisión privada y estatal jugó un rol fundamental de mensaje y de defensa de las ideas en un acercamiento a la gente pero sin la ruptura de estructuras básica y pluralistas, donde una idea central (el sueño de cambios social de los setenta y la lucha por la Democracia) estaba por encima de la disputa partidaria.

Lejos de este presente, donde el campo de batalla de las ideas, en esta concepción moderna de los medios de comunicación con poder absoluto, se ejerce como método de "presión" para captar seguidores o sostener hasta el hartazgo un mensaje ya sea oficial u opositor.

Las ideas supuestamente progresistas tomaron por asalto los canales oficiales y desde allí disparan contra todo lo que no sea "políticamente incorrecto" con un sesgo de única opinión que preocupa, mientras desde la vereda opuesta se genera psicosis desde nimiedades hasta temas de fondo que preocupan al sociedad.

Todo es crispación, con más fuerza desde los caminos oficiales hay "enemigos públicos" declarados y desde el otro lado resaltadores brillante para marcar absolutamente todo.

Pero también hay premios. Los artista de hoy también lo saben. Por ideología, por posicionamiento genuino o oportunista, ahora una gran cantidad se sube a la crispación y son soldados de los carros de batalla para decir "cosas fuertes" o agredir de palabras a sus pares sin contemplación. Entre bambalinas, los que llevan agua a su molino se refriegan las manos.

En esta nueva batalla de "mediáticos artistas políticos" está como ejemplo el caso de Florencia Peña, la excelente comediante que identificada con ciertas ideas del gobierno nacional tiene asiento seguro en los programas de la gestión, y en defensa de algunas de sus ideas como el apoyo al matrimonio gay no tiene dudas en atacar con munición gruesa y sostener la poco feliz frase: "Ahora a llorar a la Iglesia".

Cuanto más fuerte sea el comentario más prensa o mas beneficios: la actriz que suma tres fracasos seguidos en sus últimos programas televisivos fue contratada para realizar un ciclo de interesantes documentales en el canal oficial "Encuentro".

La militancia tiene sus premios y está bien eso, lo que no está tan bien es no tener límites porque una persona pública que puede sostener una idea no necesita ofender a quienes inclusive pensando distinto pueden ser sus seguidores y aceptarla como artista.

En esta licuadora que es la guerra de los medios, todo parece válido. ¿Será por eso que la gente --"estupidizada" como dicen los pensadores críticos de 6,7,8-- elije y lleva al podio de la tontera a las peleas de los Fort, "Mole" Moli, Pachano, Amalia Granata y Rocío Marengo?.

Más vale mediático con necesidad, que mediático por necedad.