24 de abril de 2024
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Por Roberto Aguirre Blanco
La TV, el lugar "más real" por donde pasa la vida
7 de septiembre de 2011
La televisión metida en el rincón preferido de los hogares sigue siendo protagonista de los mayores acontecimientos del mundo en vivo y en directo, y los convierte además, en secuencias de un reality con todas las connotaciones de la vida misma, sin espacio para la ficción.
Lo fue la semana pasada cuando el mismo termómetro del dolor de la opinión pública fue el escenario ideal para mantener en vilo el drama que fue el secuestro y posterior hallazgo del cadáver la nena Candela.
Y en medio de la angustia, la propia madre de la niña, Carola, entendió sin que nadie le explicara o le diera una clase, la fuerza de la pantalla chica y de generar la atención de la opinión pública y los estratos de poder, además de usarlo para aparentemente dar mensajes o amenazas a los captores de su hija.
La televisión hace ya años que está allí, en la inmediatez de los hechos que conmueven a la opinión publica en un severo "en vivo y en directo", que tuvo con el hallazgo del cuerpo de Candela y su posterior sepelio momentos de mucha tensión.
Por momentos como herramienta de juicio, y por otro de valorización, y cumpliendo con la misión de la modernidad: llevar hasta el living de su casa la adrenalina de una carrera de autos seguida "en vivo" desde el desierto más lejano del mundo o el hallazgo de un cuerpo inocente a las 4 de la tarde, todo al mismo precio.
Hace una década, más exactamente el 11 de septiembre de 2001, el mundo se conmovió con el ataque a las Torres gemelas y ese momento histórico fue vivido sin cortes publiciatarios en directo por millones de espectadores en el mundo.
Más exactamente dos momentos dramáticos e irrepetibles como fueron el choque del segundo avión contra la Torres y la demolición de lo que quedo de ambos edificios producto de la destrucción causada por los atentados.
Los libros de historias se siguen escribiendo y el cine aún toma momentos que conmovieron al mundo para hacer sus super producciones, pero el resto de la humanidad espera que eso que después se cuenta se ve primero en la TV y, si no aparece, nunca pasó, aunque haya sucedido.
Lo fue la semana pasada cuando el mismo termómetro del dolor de la opinión pública fue el escenario ideal para mantener en vilo el drama que fue el secuestro y posterior hallazgo del cadáver la nena Candela.
Y en medio de la angustia, la propia madre de la niña, Carola, entendió sin que nadie le explicara o le diera una clase, la fuerza de la pantalla chica y de generar la atención de la opinión pública y los estratos de poder, además de usarlo para aparentemente dar mensajes o amenazas a los captores de su hija.
La televisión hace ya años que está allí, en la inmediatez de los hechos que conmueven a la opinión publica en un severo "en vivo y en directo", que tuvo con el hallazgo del cuerpo de Candela y su posterior sepelio momentos de mucha tensión.
Por momentos como herramienta de juicio, y por otro de valorización, y cumpliendo con la misión de la modernidad: llevar hasta el living de su casa la adrenalina de una carrera de autos seguida "en vivo" desde el desierto más lejano del mundo o el hallazgo de un cuerpo inocente a las 4 de la tarde, todo al mismo precio.
Hace una década, más exactamente el 11 de septiembre de 2001, el mundo se conmovió con el ataque a las Torres gemelas y ese momento histórico fue vivido sin cortes publiciatarios en directo por millones de espectadores en el mundo.
Más exactamente dos momentos dramáticos e irrepetibles como fueron el choque del segundo avión contra la Torres y la demolición de lo que quedo de ambos edificios producto de la destrucción causada por los atentados.
Los libros de historias se siguen escribiendo y el cine aún toma momentos que conmovieron al mundo para hacer sus super producciones, pero el resto de la humanidad espera que eso que después se cuenta se ve primero en la TV y, si no aparece, nunca pasó, aunque haya sucedido.