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Por Roberto Aguirre Blanco
Vivir cada día vale la pena
2 de agosto de 2008
La cita parece ineludible, no sólo para aquellos que tienen que afrontar el desafío de asumir una enfermedad difícil, sino para quienes aman a sus seres queridos y comparten esa experiencia o, están sanos y necesitan un ejemplo para afrontar situaciones diarias.

La señal de cable C5N presentará este domingo una emotiva nota de ejemplo de vida del investigador Randy Pausch, quien a los 47 años murió de una enfermedad terminal que enfrentó con el humor y la convicción que cada día merece ser vivido.

Esta lección de vida de Pausch será presentada en un especial del canal de noticias a partir de las 20:00 con la conducción de Teté Coustarot.

Pausch era un profesor de ciencias de la computación de la Universidad Carnegie Mellon, en los Estados Unidos, tenía 46 años, una esposa que lo amaba, tres hijos pequeños y un cáncer terminal de hígado.

Veinte días atrás, Pausch se despidió de una platea de 400 personas, entre colegas y alumnos de la universidad, con una conferencia titulada "Cómo vivir los sueños de la infancia" y en tono positivo e impactante, el diario "The Wall Street Journal" la llamó "una lección de vida".

En su última conferencia el docente dijo sin tapujos antes los oyentes: “Los exámenes muestran que tengo cerca de diez tumores en mi hígado. Los médicos me dijeron que tengo de tres a seis meses de salud razonable. Eso fue hace un mes. Por lo tanto, hagan las cuentas".

Paush, desde ese momento, afrontó la realidad con mucho humor y oportunismo, y con el afán de dejar un legado de vida en sus seres queridos además de disfrutar plenamente cada día del “resto del tiempo que queda”.

Esa lección estará plasmada en el crudo y formador documental que se emitirá por C5N y que logrará sin dudas una toma de conciencia muy fuerte para quines pasen por momentos parecidos.

Hace exactamente un año, a Pausch le detectaron un cáncer de páncreas. Es uno de los tumores más letales, con una tasa de supervivencia del cuatro por ciento en cinco años. Después del diagnóstico, le hicieron una operación para extraer el tejido maligno, que entonces medía 4,5 centímetros.

Con el intento de aumentar sus chances de sobrevida, recibió tratamientos experimentales, como una vacuna y una combinación altamente tóxica de quimio y radioterapia.

“Lo más curioso de todo es que no estoy deprimido. Tampoco niego la enfermedad: puedo garantizar de que tengo la plena certeza de lo que va a pasar", escribió en su blog, en el que hace relatos minuciosos de la evolución de su enfermedad, comentó hace poco también en una nota de la revista Noticias.

Pausch resolvió morir en la playa, junto con su familia. Se concentra ahora en dejar videos grabados para sus hijos, entre ellos el de su última conferencia, y hará una despedida especial con cada uno de ellos.

"No se pueden cambiar las cartas que nos dieron, sino cómo jugamos la mano. Voy a disfrutar al máximo cada día, y voy a jugar con mis chicos hasta que ya no pueda hacerlo", escribió en su blog.

Para aquellos, como el autor de esta nota en Asteriscos.Tv, que pasan por un sentimiento de perdida muy fuerte por la acción de esta enfermedad sobre un ser querido, estos ejemplos demuestran que la plena conciencia, la fuerza interior y el profundo amor por cada momento vivido es el mejor remedio para paliar un dolor que es lacerante. La necesidad de vivir y morir en paz.