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24 de abril de 2024
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Por Roberto Aguirre Blanco
Para un país grande, una pelea de enanos
1 de enero de 2000
25705/10

Como cuesta a veces estar a la altura de los acontecimientos. Como quienes tienen la responsabilidad de dar ejemplo y estar por encima del “chiquitaje” de las peleas estériles, demuestran, desde su lugar de representatividad, tener un pensamiento tan pequeño y egoísta.

Ahí pasó el Bicentenario, con su cara emotiva, histórica, ese espacio donde debemos sentirnos privilegiados por poder transitarlo, por estar, cuando millones de personas no pudieron, ni podrán vivirlo.

Es historia y la historia no la escriben solamente los que ganan, sino los que la hacen en serio y esa es la impronta que queda en el tiempo para su debate y análisis.

Como alguna vez el genio de Tato Bores pergeño en una de una de sus temporadas inolvidables de su ciclo: ¿Qué pasará cuando un arqueólogo redescubra en archivos digitales las copias de la televisión de un 24 de mayo de 2010 ?

Habrá un partido de fútbol con una selección que se despedía de su gente ¿antes de volver a ser campeón del mundo?, y una transmisión de la reinauguración del Teatro Colón, luego de estar cerrado cuatro años.

Hechos importantes. Sin embargo, el especialista es detallista y buceara más en cada unos de los materiales y descubrirá una sorda pelea entre el canal oficial, la voz del gobierno de turno, y un canal privado, la imagen de una oposición, con acusaciones, sin dudas cargadas de política y no de verdades, con el fin de saber “quien la tiene más grande”.

Con obsesiva insistencia, durante el partido de Argentina-Canadá los espectadores –una gran cantidad fue lo más visto del día--debieron soportar un videograph donde el gobierno, se cansó de quejarse que no transmitía el hecho histórico de la reapertura del Colón porque los derechos fueron vendidos en “exclusividad” a un canal privado.

Del otro lado de la vereda, el gobierno porteño acusado de esta decisión y el canal que pertenece al grupo mediático enfrentado al poder, comunica que “existía libertad para emitir la emisión” y que el canal oficial nunca la solicitó.

En este juego egoísta de anteponer la ideología, la pelea, el choque por sobre el concepto de mostrarnos con más grandeza, la televisión exhibió una vez más que además de “tinelizada” está “estupidizada” por las agresiones y ver quien grita más alto.

Como en una pelea callejera, el grito y la pechada, oculta la imposibilidad de pensar, de escucharnos, de entendernos y ser menos “yo” para ser “nosotros”.

Dentro de 100 años por suerte, el Tato Bores de la época, hará un monólogo con el inolvidable Bicentenario, hará reír con este paso de comedia de 2010, y cuando diga Kirchner o Macri estará nombrando dos personajes más de la historia.

Seguramente la gente deberá “googlear” o como se llame en ese momento, para tratar de entender quienes eran.

El Bicentenario seguirá viéndose como lo que fue una fiesta popular, masiva, de unidad, lejos de la tapa de los diarios y los pie de pantalla llenos de pensamientos egoístas.