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Por Iván Damianovich
Von Wernich: un juicio que agita internas
5 de septiembre de 2007
¿Esperar a que se pronuncie la Justicia o esbozar alguna declaración mientras se sustancia el proceso contra el ex capellán de la policía bonaerense Cristian Von Wernich? En esa disyuntiva se encuentran atrapados los obispos argentinos frente al juicio que se le sigue al religioso en La Plata por delitos de lesa humanidad.

Los testimonios que comenzaron a escucharse en las últimas semanas acerca del rol que desempeñó el sacerdote durante la dictadura en tiempos del ex jefe de la policía Ramón Camps, pusieron a la Iglesia frente a un escenario que ya exhibe un creciente cuestionamiento interno.

El primero en dejar al descubierto las diferencias existentes fue, aunque sin quererlo, el obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne. En una entrevista admitió sentir “un profundo dolor de Iglesia ante la probabilidad muy firme, según los testimonios que sigo por la prensa, de que un sacerdote celebrante del misterio eucarístico fuera colaborador de criminales responsables de crueldades y tantas muertes".

Casi de inmediato, el testimonio que prestaba en el marco del juicio la tía de una niña nacida en cautiverio y cuyos padres (hoy desaparecidos) conocieron a Von Wernich golpeaba fuerte en el seno del Episcopado. La hermana de Elena de la Cuadra lanzó ante el tribunal: “El silencio de Bergoglio es atronador y vergonzoso. ¿Dónde está Bergoglio? ¿No tiene una palabra para decir sobre este juicio?".

Antes de que comenzara a sustanciarse el juicio contra Von Wernich la Conferencia Episcopal había dejado trascender que no haría declaraciones de ningún tipo y que dejaría a la Justicia expedirse sobre la cuestión. A la vez, se conocía la intención de que el sacerdote no contaría con el respaldo del Episcopado.

Pese a todo, la gravedad de los delitos que se le imputan al religioso llevaron a que la Pastoral Social de Neuquén lamentara públicamente el “silencio” de la jerarquía eclesiástica.

Una cartilla pastoral del obispado que conduce monseñor Marcelo Melani señala que “con dolor no podemos dejar de reconocer que, si bien no toda la jerarquía fue sorda al sufrimiento de tantos hermanos, no toda la Iglesia asumió esta actitud imprescindible para ser coherentes con lo que creemos y predicamos".

El texto pone también especial atención al "compromiso en esa hora negra de la Patria" que mostraron obispos como Jaime De Nevares, Miguel Hesayne, Jorge Novak, Enrique Angelelli, Ponce de León y otros sacerdotes y laicos "fieles al Evangelio".

"Demasiado silencio, falta de participación pública en las demandas de los familiares de los desaparecidos, hacer oídos sordos al reclamo de justicia, demasiada debilidad para llamar al mal provocaron que apareciéramos como cercanos a los dictadores de la muerte, mientras debíamos ser apóstoles de la vida", indica el documento.

Con todo, la Iglesia argentina fue la primera institución en realizar un mea culpa por su acción u omisión durante los años de dictadura militar a través de un documento que se inscribió en el camino de preparación para el Jubileo del año 2000. Esa actitud no parece haber sido suficiente para algunos sectores de la misma Iglesia pese a que ninguna otra institución imitó aquel paso.