25 de abril de 2024
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Por Iván Damianovich
Otra vez miran a la Iglesia para superar la división
27 de marzo de 2008
Como sucediera en las peores épocas de la historia argentina, la clase dirigente, vaciada de ingenio y capacidad de negociación, vuelve a mirar a la Iglesia como un ámbito propicio para allanar el diferendo entre el campo y la gestión de la presidente Cristina Kirchner.
A diferencia de otras ocasiones, los obispos respondieron con celeridad a las gestiones que se hicieron días atrás para lograr una intervención activa de la institución y emitieron un breve documento en el que, además de instar al diálogo, recordaron las palabras pronunciadas en noviembre de 2006 en referencia a la fragmentación social y el riesgo de profundizar los desencuentros.
En otras palabras, la cúpula eclesiástica liga necesariamente una cosa con la otra: no podrá haber diálogo y superación del conflicto si no se impone institucionalmente un camino que desande las expresiones que promueven la división entre los argentinos.
En un comunicado, la Iglesia católica indicó que "frente a los acontecimientos que manifiestan el clima de fragmentación social y el riesgo de desabastecimiento de alimentos, la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina se reunieron durante el día de hoy y quieren invitar a los actores en conflicto a proponer una tregua, que permitirá avanzar en el encuentro y el diálogo, hacia la búsqueda de una solución creativa, justa y equitativa, superadora del momento actual y que se oriente al bien de todos los argentinos, especialmente a los más necesitados".
Más allá de los eventuales canales de diálogo que pudieran abrirse en torno al conflicto, los obispos –y otros altos referentes religiosos de diferentes credos- entienden que no es posible encontrar una solución de fondo ni avanzar como sociedad si se busca establecer antinomias.
División de la división. Entidades ruralistas con cuestionada representatividad real en el campo, piqueteros enfrentados por su alineación o no con el Gobierno, caceroleros que se suman a una protesta con fines que van mucho más allá que el reclamo original, sindicatos que se movilizan contra trabajadores, barrios de zona norte contra barrios de zona sur, consumidores enfrentados a comerciantes, que a su vez, se enfrentan con ruralistas que se enfrentan con el Gobierno.
Cuando todo ardía en diciembre de 2001 la calle llegó a gritar casi al unísono: “piquete, cacerola, la lucha es una sola”. La versión 2008, de boca de la presidente fue “abundancia y pobreza”, dos luchas diferentes.
Está claro que las diferencias sólo pueden superarse a través de la tolerancia, el respeto y el diálogo, ejercicios acostumbrados en los ámbitos religiosos que, como en otras ocasiones, llegan para iluminar tanta confusión.
A diferencia de otras ocasiones, los obispos respondieron con celeridad a las gestiones que se hicieron días atrás para lograr una intervención activa de la institución y emitieron un breve documento en el que, además de instar al diálogo, recordaron las palabras pronunciadas en noviembre de 2006 en referencia a la fragmentación social y el riesgo de profundizar los desencuentros.
En otras palabras, la cúpula eclesiástica liga necesariamente una cosa con la otra: no podrá haber diálogo y superación del conflicto si no se impone institucionalmente un camino que desande las expresiones que promueven la división entre los argentinos.
En un comunicado, la Iglesia católica indicó que "frente a los acontecimientos que manifiestan el clima de fragmentación social y el riesgo de desabastecimiento de alimentos, la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina se reunieron durante el día de hoy y quieren invitar a los actores en conflicto a proponer una tregua, que permitirá avanzar en el encuentro y el diálogo, hacia la búsqueda de una solución creativa, justa y equitativa, superadora del momento actual y que se oriente al bien de todos los argentinos, especialmente a los más necesitados".
Más allá de los eventuales canales de diálogo que pudieran abrirse en torno al conflicto, los obispos –y otros altos referentes religiosos de diferentes credos- entienden que no es posible encontrar una solución de fondo ni avanzar como sociedad si se busca establecer antinomias.
División de la división. Entidades ruralistas con cuestionada representatividad real en el campo, piqueteros enfrentados por su alineación o no con el Gobierno, caceroleros que se suman a una protesta con fines que van mucho más allá que el reclamo original, sindicatos que se movilizan contra trabajadores, barrios de zona norte contra barrios de zona sur, consumidores enfrentados a comerciantes, que a su vez, se enfrentan con ruralistas que se enfrentan con el Gobierno.
Cuando todo ardía en diciembre de 2001 la calle llegó a gritar casi al unísono: “piquete, cacerola, la lucha es una sola”. La versión 2008, de boca de la presidente fue “abundancia y pobreza”, dos luchas diferentes.
Está claro que las diferencias sólo pueden superarse a través de la tolerancia, el respeto y el diálogo, ejercicios acostumbrados en los ámbitos religiosos que, como en otras ocasiones, llegan para iluminar tanta confusión.