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Las células madre y los linfomas
31 de julio de 2008
El 15 de Septiembre se conmemora el Día Mundial del Linfoma, una iniciativa mundial cuyo objetivo es alertar a la población sobre la existencia de estas enfermedades, que a la par de ser cada vez más frecuentes son casi desconocidas para la inmensa mayoría de la gente. Se busca que todos tomen conciencia de su gravedad y que conozcan sus síntomas y signos más frecuentes para que no sean tomados a la ligera, dada su inespecificidad, y sirvan de señal para llegar rápidamente a la consulta especializada.

Román Bayo, médico hematólogo y director médico de MaterCell, explicó que un linfoma es un cáncer del sistema linfático. Éste integra el sistema inmunológico de defensa del organismo, está formado por una red de vasos llamados linfáticos, que transportan un líquido blanquecino llamado linfa donde circulan nutrientes, anticuerpos y linfocitos, que son células sanguíneas que tienen que ver con la defensa contra tumores e infecciones. Estos vasos desembocan en los ganglios linfáticos.

Los ganglios se distribuyen en grupos simétricos por todo el cuerpo, y pueden ser accesibles a la vista o a la palpación en ingles, cuello y axilas. Son detectables en tórax, abdomen y pelvis mediante radiografías u otros medios que producen imágenes. Existe tejido linfático en las amígdalas, el tubo digestivo, el bazo, el timo y la médula ósea.

Se clasifica a los Linfomas en dos grandes grupos:
- El Linfoma o Enfermedad de Hodgkin con sus distintas variantes, caracterizado por la presencia de la llamada célula de Reed Sternberg, que no aparece en el otro grupo. Su incidencia va decayendo en los últimos años.
- Los Linfomas llamados “No Hodgkin”, cuya incidencia está aumentando notablemente en los últimos años y abarca unos treinta tipos diferentes.

La única forma de hacer el diagnóstico correctamente es a través de una biopsia del tejido linfático afectado (el cual se detecta por un aumento de su tamaño que lo hace visible), con técnicas de imágenes o por la simple palpación. Los síntomas que presentan en general son inespecíficos, como por ejemplo cansancio, fiebre, sudoración nocturna; y eso puede hacer que se los confunda con enfermedades menos serias como un estado gripal, una infección viral banal o una mononucleosis.

Actualmente muchos linfomas, diagnosticados tempranamente y tratados adecuadamente por especialistas pueden ser curados. Los tratamientos consisten en quimioterapia, que puede recibirse sola o combinada, con inmunoterapia realizada con anticuerpos monoclonales, o con radioterapia. Esta última puede utilizarse exitosamente, en algunos casos, como única terapia.

El trasplante es una opción para pacientes que presentan recaídas, con inefectividad de los tratamientos de primera línea. Puede ser autólogo utilizando células madre del propio paciente (obtenidas de la médula ósea sana o de sangre periférica luego de una estimulación especial); y seguramente en el futuro, de sangre de cordón umbilical almacenada en el momento del nacimiento, para quienes hayan decidido preservarla.

En casos especiales, en los que la respuesta a los tratamientos convencionales o al trasplante autólogo es inadecuada, se puede hacer trasplante alogénico, siempre que se consigan células compatibles, ya sea de médula, sangre periférica o cordón umbilical de un donante histocompatible.

Las células madre son células capaces de generar otras células idénticas a sí mismas y generar también células que pueden, mediante determinados estímulos, adquirir una función especializada; como por ejemplo, las que forman parte de un órgano o tejido.

Nacen cuando se produce la fecundación del óvulo por el espermatozoide y ese huevo o zigoto comienza a dividirse. Siempre hay células que mantienen esa característica de ser “madres” al mismo tiempo que algunas de las células “hijas” van diferenciándose para dar origen a todos los órganos y tejidos del organismo. Al momento del nacimiento hay un número elevado de células madre circulando en la sangre.

Dentro de los vasos de la placenta y del cordón umbilical, al separar al recién nacido, queda un remanente de la sangre que circulaba, la que puede recolectarse y crío preservarse, de manera de contar con células madre 100% compatibles para el caso de ser necesitadas en el futuro por ese recién nacido, o bien, en el caso de ser donada, para alguien que está en algún lugar del mundo, no tiene células propias ni donantes compatibles y necesita un trasplante.

Trasplante de células madre como parte del tratamiento de linfomas
En aquellos casos en los que los tratamientos convencionales con quimioterapia y/o inmunoterapia y/o radioterapia no impiden la recaída del paciente con linfoma, una de las posibilidades de tratamiento es emplear quimioterapia y/o radioterapia en altas dosis, ya que al aumentar las dosis de los agentes terapéuticos, algunos cánceres entran en remisión y eventualmente se curan.

El problema es que indefectiblemente estas dosis dañan la médula ósea de tal manera que, si no se regenera mediante células madre propias o ajenas histocompatibles, el paciente finalmente moriría por insuficiencia medular. Si se han podido recolectar, previamente al tratamiento, células madre sanas de su médula ósea o de su sangre periférica estimulada (o bien tiene almacenadas células de su cordón umbilical) el trasplante autólogo es la primera elección, ya que el trasplante alogénico tiene una mortalidad asociada al procedimiento mucho más alta que la del autólogo; sobre todo cuando proviene de alguien que no es de la familia del enfermo.

Se prefiere el trasplante alogénico en los casos de falta de respuesta al tratamiento convencional y/o al trasplante autólogo, con múltiples recaídas, para aprovechar la acción inmunológica que las células extrañas (alogénicas) puedan ejercer sobre las células cancerosas; lo que le daría un plus al tratamiento quimio/radioterápico.

Por lo tanto, la posibilidad de tener células madre propias, 100% compatibles, sanas y funcionales, que no estén contaminadas por un resto de enfermedad no detectable (como podría ocurrir con la médula o sangre del propio paciente), tiene un gran valor; lo cual justificaría la decisión de almacenar la sangre de cordón en un Banco para uso propio. De todas maneras, si en lugar de almacenarlas para el recién nacido, la familia siente que donarlas les dará a esas células un mejor destino, debe hacerlo en un Banco Público (en nuestro país, al Banco que funciona en el Hospital Garrahan).

Lo que de ninguna manera recomendamos es desechar ese material que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para una persona. Hasta el momento, en la mayoría de los casos, lo que se hace es desechar la sangre de cordón umbilical al nacimiento, desperdiciando así un recurso terapéutico de gran valor actual y a futuro. Un verdadero derroche biológico.