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Por Carina Barber
Mitos sobre los orgasmos vaginales
24 de julio de 2007
El orgasmo está caracterizado por una elevación leve de la presión arterial, aumento de la frecuencia cardíaca, respiración más profunda y rápida, congestión de los tejidos especiales con sangre (cuerpos cavernosos peneanos en el hombre, y clítoris y zona perivaginal en la mujer) y, finalmente, la liberación explosiva de tensión acumulada, lo que se denomina orgasmo.

Esta liberación va seguida de inmediato por un rápido retorno del cuerpo al estado anterior, sin estimulación. La sensación subjetiva del orgasmo está centrada, predominantemente, en la región pélvica, el pene, la próstata y las vesículas seminales en los hombres, y en el clítoris, la vagina y el útero en las mujeres.

El orgasmo es una experiencia que tiene una intensidad difícil de explicar en palabras (en castellano, existe una palabra para designar aquello que no puede expresarse: "inefable”).

Alfred Kinsey, en los ‘50, halló que sólo el 70 % de las mujeres lograban el orgasmo durante su primer año de matrimonio. Sin embargo, el 95 % de las mujeres de su investigación lo habían alcanzado posteriormente, en algún momento de su vida.

En la actualidad, más de cincuenta años después, la cifra de mujeres que tienen orgasmos ha aumentado muchísimo.

La creencia en la supuesta "madurez" del orgasmo vaginal, es un mito que predominó en los primeros cincuenta años del siglo XX. Fue sostenida por Sigmund Freud y produjo infinidad de daños psicológicos, tanto en las mujeres como en los hombres.

Que las mujeres no tengan la misma facilidad para lograr orgasmos que los hombres, no tiene nada que ver con el modo de obtenerlos. De hecho, la incapacidad de alcanzar el orgasmo durante el coito, a pesar de una respuesta plena ante otras formas de estimulación sexual, constituye la preocupación y consulta más común de las mujeres que buscan ayuda de los terapeutas sexuales.

El bloqueo psicológico, los malos entendidos o fallas educacionales, suelen ser los causantes de esa dificultad. Y por supuesto, la presencia en la mente de esas mujeres, del mito de que los orgasmos vaginales son más “adultos” que los clitorianos.

La intensidad de un orgasmo, la duración y el placer global, puede variar de una relación a otra. La originalidad, el tiempo y la frecuencia, pueden influir sobre la calidad de la experiencia sexual, como pueden influir también, factores tales como la ansiedad, la culpa, el enojo o la depresión.

Es muy importante el papel que juega la indiferencia al o del compañero y el contexto donde se realiza la relación amorosa. Los orgasmos femeninos, pueden ser obtenidos acariciando el clítoris o la zona aledaña a él. Para ello, se debe aclarar, que lo que se conoce por "clítoris", es apenas la parte visible y palpable de un órgano muy complejo y extenso, que hunde sus raíces en la entrada del conducto vaginal, por detrás de los labios mayores y menores de la vulva.

No existe el orgasmo femenino sin la intervención del clítoris. Las mujeres que dicen que sólo logran el orgasmo con la penetración, no saben que lo obtienen porque el pene roza la entrada de la vagina y toca reiteradamente con el hueso pubiano y los testículos la zona de la vulva.

Esto significa que se excita el clítoris de muchas maneras, porque se encuentran en él los cuerpos cavernosos (igual que en el pene), que se llenan de sangre con la excitación y el roce.

La pequeña región que se toca en el techo del conducto vaginal en la entrada del mismo, el famoso "punto G", no es si no, el clítoris interno, que hace relieve sobre la vagina, cuando la mujer se encuentra excitada sexualmente.

La vagina carece de terminaciones nerviosas. Todo lo que "siente", lo obtiene a través del clítoris, que rodea la entrada del conducto vaginal. Por lo tanto, no tiene sentido actualmente hablar de distintos tipos de orgasmo.

Todos los orgasmos, directa o indirectamente, tienen intervención del clítoris. Es más, la variedad de la obtención del orgasmo femenino, la experimentación, la posibilidad de gozar de diferentes maneras, proporciona una idea aproximada de la salud mental, no sólo sexual, de la mujer.

Actualmente, la salud mental de una persona es medida por la posibilidad de tener opciones, y por la libertad y responsabilidad de sus elecciones.