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Por Nino Fernández
Paritarias: de las voces de alerta a la oportunidad
18 de julio de 2007
Las discusiones paritarias suelen ser un dolor de cabeza para los dirigentes empresarios. En este ámbito crece la sensación de estar cediendo cada vez más a las crecientes demandas sindicales, que al decir de algunos empresarios, escaparon al control del Gobierno.

Ponen como ejemplo que la sugerencia oficial de una pauta de 16,5% de incremento salarial en la práctica fue largamente superada en los acuerdos cerrados hasta ahora, a través de diversos mecanismos que aunque no remunerativos en lo inmediato, se incorporaran al salario antes del año.

Según dirigentes de diversas cámaras empresarias miles de Pymes enfrentan dificultades para responder a los acuerdos firmados en sus respectivos sectores y lo peor del caso es que para el año que viene prevén una nueva vuelta de rosca en la presión salarial.

Eso no es todo. Algunos dirigentes ya advierten que el aumento del salario mínimo vital y móvil de un 22,5%, o sea 6 p.p. por encima de la pauta sugerida por el Gobierno, podría traer conflictos en sectores mano de obra intensiva que firmaron por debajo de ese porcentaje.

El tema también preocupa en algunos despachos dependientes del Ministerio de Economía, por el impacto sobre las expectativas de inversión y costos de producción, que pueden presionar sobre la inflación.

Es cierto que para motorizar el consumo hay que mejorar los ingresos de la gente y muchos empresarios así dicen entenderlo.

No menos cierto es que las empresas atraviesan desde hace un tiempo una situación de bonanza prácticamente inédita, y que a los empresarios muchas veces les cuesta ser “generosos”. Pero no se debe desconocer que hay distintas realidades empresarias, según los sectores o regiones a las que pertenezcan y que infinidad de empresas necesitan hacer inversiones de magnitud, cuyos desembolsos, por ahora y mayoritariamente, salen de las utilidades.

En este marco comienzan a aparecer algunas iniciativas tendientes tanto a tener en cuenta la situación de las economías regionales, como la sustentabilidad y competitividad de las empresas, que prometen mejorar el modelo de negociación.

El tamaño de la frazada

“Si se llevara el salario a 2500 pesos como han pedido algunos, no crecería más el mercado interno ni habría una mejor distribución de la riqueza, porque el 75% de los nuevos empleos son creados por las Pymes mano de obra intensiva que con esos salarios no podrían competir. Entonces concentraríamos más la actividad en la producción primaria, que ya sabemos que ocupa mucho menos gente”afirma Raúl Zylbersztein, presidente de CIMA (Cámara industrial de las Manufacturas de Cuero y Afines).

Por su parte Ricardo Güell, director Ejecutivo de ADIMRA ( Asociación de Industriales Metalúrgicos de la Argentina) dice que “la mejora del poder adquisitivo de los salarios es muy buena, pero eso no se debe lograr a expensas de los empresarios.
Es un error tratar de tirar de la frazada cuando es corta. Es preciso trabajar para agrandarla”.

Tal vez por allí pase el eje de las discusiones paritarias de estos años. Por un lado los sindicatos pujando por incrementos salariales de la nómina sin tener muy en cuenta las condiciones de las empresas y por el otro la dirigencia empresaria convencida de que para poder “repartir” primero hay que crecer. Por ahora, con el viento a favor de la Casa Rosada, la balanza se inclina para el lado de la reivindicación salarial.

Pedro Etcheberry, asesor legal de la CAC (Cámara Argentina de Comercio) recuerda que a partir del 2003 el Gobierno buscó recomponer el ingreso de los trabajadores a través de asignaciones no remunerativas que al cabo de un tiempo terminaron en el salario o incluso en los básicos de convenio.

“La iniciativa motorizó la apertura de las negociaciones colectivas, que se mantenían inactivas desde la década pasada. Cuando en el 2006 resurgió el riesgo de inflación, el gobierno sugirió un techo de incremento salarial del 19%, que en líneas generales se respetó. Pero este año la recomendación se ubicó en 16.5%, y en la práctica se tradujo en varios puntos adicionales, a través de asignaciones no remunerativas”.

El experto asegura que el promedio del incremento salarial para todos los rubros que han cerrado acuerdos hasta ahora está en el orden del 22%.

Por eso, “en Comercio, uno de los últimos gremios en cerrar, acordamos un aumento del 23% pero en tres cuotas, escalonadas y no remunerativas que al cabo de diez meses entrarán al salario. Como corolario de esta situación el básico inicial se mantiene en 1051 pesos y cuando la asignación se salarice quedará en 1240”, dice Etcheberry.

Otro dispositivo utilizado en esta oportunidad fue la eliminación de la categoría “peón” en la industria metalúrgica, una solución que corre el piso salarial al escalón superior del sector que corresponde al rango de operario. Ricardo Güel asegura que “no hay una evaluación del impacto de la medida, porque depende de cada empresa: muchas de ellas hace tiempo que trabajan sin la categoría de peón“.

Los adicionales por antigüedad que no estaban en los convenios o el cambio a porcentajes reajustables en los que sí estaban, que en algunos casos enfrentaron demandas de aumento del orden del 50%, también estuvieron entre los mecanismos observados en las recientes negociaciones.

Según el presidente de una cámara empresaria del Noroeste, que pidió no ser identificado, “este tipo de ajustes son insostenibles para la mayoría de las Pymes de muchas zonas, donde casi no existe la rotación. Aquí la mayoría de los trabajadores tiene un solo trabajo a lo largo de toda su vida, que puede ser en el Estado, el comercio o el campo, con lo cual un aumento de esta magnitud más el incremento salarial decidido para cada sector, es un golpe duro de asimilar, sobre todo porque en muchos lugares se está planchando el ritmo de actividad”.

Consultado sobre el tema, un vocero del Ministerio de Trabajo dijo que la situación es conocida y de hecho se están dando algunos pasos hacia un tratamiento diferencial de los temas laborales de acuerdo a las realidades regionales. “Aunque hay una ley que ya tiene sus años, que prohíbe acuerdos salariales diferenciados por regiones, en la última reunión del Consejo del Salario se tocó el tema y podrían haber novedades al respecto”.

Riesgos y alternativas

Para Pedro Etcheberry “los sindicatos no miran hacia el interior de sus propios sectores, sino para el costado, lo que han conseguido otros gremios Por eso algunos se descolgaron con pedidos increíbles y crece la incertidumbre de cara al año que viene”.

Al parecer esta sensación excede el marco de las paritarias.

Por lo pronto hace unos días, Eduardo Curia, un economista cercano al Gobierno, dijo en declaraciones radiales que después de las elecciones habría que hacerle algunos retoques al plan económico, “incluyendo la necesidad de un acuerdo con los sindicatos por una tregua salarial de un año”.

Mientras desde la CAC se advierte sobre los riesgos de una “espiralización” de la presión salarial sin aumento de la productividad, desde la trinchera de los metalúrgicos se propone revisar la competitividad del sector.

No bien se abrochó el acuerdo paritario se formó una Mesa Tripartita, conformada por ADIMRA, UOM (Unión Obrera Metalúrgica) y el Ministerio de Trabajo, que quiere ser un aporte a la política industrial, a partir de la identificación de los sectores y productos más vulnerables.

“Lo novedoso esta vez es el compromiso y la disposición del gremio metalúrgico a debatir sobre un tema estructural, como el de la competitividad empresaria y poder hacer las correcciones que permitan vender y exportar más y con ello, responder a las obligaciones fiscales y dar aumentos de salarios”, dice Güell.

La Mesa tuvo su encuentro fundacional el viernes 13 de julio, en el que asistieron las principales autoridades de las tres partes y se acordaron un cronograma tentativo y una serie de prioridades a seguir.

La primera tarea será un diagnóstico de competitividad, la cual se podría hacer sobre la base de las 21 divisiones que conforman las negociaciones paritarias del sector. Y el primer mojón se ha fijado en el 10 de diciembre, fecha en la que se producirá la renovación de autoridades de Gobierno. La idea es que para entonces, la Mesa pueda mostrar avances en materia de diagnóstico.

“Si esto fracasa no sé que puede pasar porque la situación ya es difícil para muchas empresas. Hay que entender que cada granito de presión, se transforma en menor capacidad de competir”, dice Güell.