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La desnutrición provoca infertilidad y abortos
18 de julio de 2007
Por Carina Barber

“Controlar la nutrición previa, durante y posterior al embarazo, es fundamental para evitar problemas en la madre, el bebé y la lactancia”.

Esta es la conclusión a la que arribaron expertos en obstetricia en el simposio sobre “Perspectivas acerca de lo que sabemos de la nutrición materno-infantil”, organizado por SOGIBA, Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, en el marco del XXV Congreso Internacional de Obstetricia y Ginecología que se llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires el 8 de julio.

En el simposio de obstetras y nutricionistas organizado por SOGIBA y liderado por la dra. Diana Galimberti, directora del Hospital Alvarez; el dr. Enrique Gadow, director del CEMIC; el dr. Mario Sebastiani, director del Servicio de Obstetricia del Hospital Italiano y el dr. Sergio Britos, director adjunto del CESNI, se debatió sobre la importancia de la nutrición materno- infantil y las responsabilidades a la hora de llevar una alimentación equilibrada.

Esta preocupación surge a raíz de que el 50% de los embarazos en la población no son planificados, por lo que es importante la información y difusión sobre las necesidades nutricionales de la mujer en edad fértil para evitar llegar a la concepción con importantes carencias en micronutrientes y ácido fólico.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el equilibrio bio-psico-social, que define a la salud también debe ser procurado a través de una alimentación suficiente y de calidad. El tema es que en condiciones normales, esta situación ideal es difícil de conseguir, y en la mujer embarazada el problema es aún mayor, sobretodo en los países con menor desarrollo.

Según la dra. Addi Rhode Navarro Cruz, del Departamento de Bioquímica-Alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Puebla, México, “los cambios fisiológicos propios del embarazo pueden verse agravados por desnutrición, originando estados de deficiencia en micronutrientes como la anemia, que podría tener desastrosas consecuencias tanto para la madre como para el recién nacido”.

En el debate, presidido por el dr. Enrique Gadow, coordinado por la dra. Diana Galimberti y el dr. Mario Sebastiani, se sostuvo que en el cuidado prenatal la suplementación podría reducir la morbilidad y mortalidad materna directamente (tratando alguna enfermedad relacionada con el embarazo), o indirectamente disminuyendo el riesgo de complicaciones durante el parto. La efectividad de los programas de suplementación (principalmente enfocados a hierro y folatos) tiende a centrarse en el nacimiento del bebé, la mortalidad prenatal, el parto prematuro y el bajo peso al nacer, señaló Galimberti.

Cuando se habla del parto, sin embargo, debe hacerse una diferenciación entre los efectos teratogénicos de la deficiencia en la periconcepción y las deficiencias en la última etapa del embarazo.

Los primeros incluyen por ejemplo, la deficiencia de folato, originando defectos en el tubo neural y deficiencia de yodo que provoca cretinismo, entre otros; mientras que las segundas incluyen retraso en el crecimiento uterino y otras complicaciones relacionadas con el embarazo. Esta diferenciación es de suma importancia, porque muchos embarazos en países menos desarrollados no se planifican.

“El status materno en micronutrientes en el periodo preconcepcional y durante el embarazo y la lactancia deberían ser considerados como una etapa continua”.

Esto es fundamental porque la mayor parte de la población cree que su dieta es perfecta, y que basta un poco de variedad para conseguir los aportes adecuados de vitaminas y minerales. Sin embargo, cada persona tiene un concepto distinto de cómo debe ser esa “dieta variada” y existe un gran desconocimiento respecto a las características de una alimentación correcta.

Deberá considerarse además que no siempre es fácil conseguir los aportes necesarios exclusivamente a través de la dieta. Esto es especialmente cierto durante el embarazo, que en el caso de la vitamina C, su límite superior en la ingesta es de 1000mg diarios. Esta cantidad puede aportarse fácilmente con una sola tableta, o bien con 1690g de kiwi o con 2,5 litros diarios de jugo de naranja. Además, probablemente la absorción se vea disminuida debido a que el nutriente se encuentra contenido en una matriz de alimento.

Posibles repercusiones de las deficiencias previas al embarazo:

La carencia de micronutrientes puede provocar una disminución de la tasa de fertilidad, aumento de los abortos, las muertes neonatales y las malformaciones.

Las deficiencias en folatos, vitamina C, A, D, E, B12, zinc, selenio, iodo, calcio y hierro han sido señaladas como las responsables de algunos casos de infertilidad, que se solucionan al corregir la carencia.

También influye la nutrición en el riesgo de que el bebé sufra alguna malformación congénita. En este sentido, está muy estudiada la relación entre el aporte de ácido fólico en las semanas previas y posteriores a la concepción y aumento del riesgo de tener neonatos con defectos del tubo neural (espina bífida) y otras malformaciones congénitas.

Aunque el ácido fólico tiene un protagonismo especial en este sentido, otros nutrientes han sido relacionados con la prevención de malformaciones. De hecho, parece que las madres que toman suplementos de diversas vitaminas y minerales en la etapa previa a la concepción tienen menor riesgo de tener descendientes con anomalías congénitas.

“Cuanto peor sea la condición nutricional de la madre al iniciar la gestación, mayor valor tiene la mejora de la dieta prenatal, de los suplementos nutricionales o de ambos sobre el curso y resultado del proceso” dijo la dra. Navarro Cruz.

Repercusiones de las deficiencias durante al embarazo:

Según algunas investigaciones, se han registrado niveles bajos de tocoferol en mujeres que posteriormente desarrollaron preeclampsia (patología grave que se caracteriza por hipertensión acompañada de eliminación de proteínas por la orina o de retención de líquidos que se desarrolla entre la semana 20 del embarazo y el final de la primera semana después del parto), o sufrieron desprendimiento prematuro de la placenta.

Por otra parte, los niveles en sangre de vitamina C y vitamina E de actividad antioxidante, se encuentran disminuidos en mujeres con preeclampsia o eclampsia (una forma de preeclampsia más grave que provoca convulsiones o coma).

En lo que se refiere a las náuseas y vómitos, manifestaciones médicas más frecuentes del embarazo, quedan muchos aspectos por aclarar sobre sus causas y tratamiento, pero algunos estudios señalan que hay una menor incidencia de estos síntomas en las embarazadas que recibieron polivitamínicos en las 6 semanas previas al embarazo.

Un aporte insuficiente de ácido fólico durante el embarazo, puede provocar nacimientos de bebés con bajo peso, desprendimiento prematuro de la placenta, defectos del tubo neural y otras malformaciones congénitas. También puede dar lugar a anemias megaloblásticas.

Algunos estudios han encontrado una mayor incidencia de malformaciones fetales y complicaciones feto-maternas cuando la madre tiene bajos niveles séricos de zinc. Pese a ello, esta deficiencia es uno de los problemas nutricionales más frecuentes de las mujeres embarazadas.

Se relaciona la anemia por deficiencia de hierro al comienzo del embarazo con partos prematuros y peso bajo de los bebés al nacer (causas frecuentes de morbilidad y mortalidad neonatal)

El aporte insuficiente de calcio, relativamente frecuente durante el embarazo, puede afectar negativamente al contenido mineral del hueso de la madre, y aumentar su riesgo de padecer osteoporosis al llegar a una edad más avanzada. También puede asociarse con un menor contenido de calcio en el esqueleto del bebé.

La situación nutricional de la madre también puede condicionar el éxito de la lactación. En este sentido, algunos autores señalan que la administración regular de vitaminas, durante el embarazo y la lactancia, puede ser necesaria para mejorar el contenido en vitaminas de la leche materna.

El dr Gadow mostró estadísticas contundentes: hay alrededor de 133.000.000 de nacimientos en el mundo, de los cuales 13.300 millones son nacimientos prematuros y 4 millones son nacimientos con malformaciones congénitas. El 90% de estas malformaciones congénitas se da en países con menor desarrollo.

Aseguró Gadow que: “las políticas de suplementación y fortificación de alimentos son vitales para prevenir defectos congénitos”, y agregó que todas las mujeres conocen algo acerca de los beneficios del ácido fólico y las vitaminas, pero solo un 25% tiene el hábito de alimentarse correctamente, sobre todo antes de concebir un embarazo, por lo que una dieta adecuada es utópica.

La dra. Navarro Cruz afirmó que: “la vigilancia del estado nutricional debería ser habitual en la práctica clínica, tanto antes como durante el embarazo y la lactancia”. Sin embargo, mientras esto no sea una realidad, no se puede dar por hecho que una dieta es perfecta con un poco de variedad. Se deben intentar conseguir no solo los aportes mínimos de nutrientes, sino los óptimos para mejorar la salud de la madre y el niño.

“Desde hace 5 años comenzamos a estudiar la vinculación entre las deficiencias nutricionales y el embarazo y comprobamos que es muy importante la prevención primaria que generalmente comienza con la primer visita al ginecólogo de la mujer en edad fértil”, señaló Galimberti. “Por eso, es fundamental conocer las complicaciones de las carencias que conlleva una alimentación desequilibrada antes de concebir un embarazo, para evitar no sólo problemas futuros en el bebé, sino también en la mujer”, concluyó la especialista.